Cáncer de riñón:
El cáncer renal se presenta con mayor frecuencia después de los 40 años, es más frecuente en hombres, con una ligera mayor incidencia en afroamericanos, puede estar asociado a enfermedades genéticas, hipertensión arterial y hábitos como el tabaquismo y la obesidad. Su hallazgo suele ser incidental durante la realización de imágenes diagnósticas por otras afecciones y la mayoría de las veces se presenta de forma asintomática. En algunos casos puede manifestarse con dolor lumbar, masa palpable, pérdida de peso y sangre en la orina.
Su tratamiento es principalmente quirúrgico por vía laparoscópica o abierta (según las condiciones del paciente y el tamaño tumoral) y consiste en la remoción del tumor (nefrectomía parcial) o del riñón afectado (nefrectomía total) dependiendo de características propias del paciente, el tamaño tumoral y su ubicación. La utilización posterior de inmunoterapia y/o quimioterapia se reserva para aquellos casos más complejos de ser necesario.
Cáncer de próstata:
El cáncer de próstata es el tumor más frecuente en el hombre, sin embargo, al ser diagnosticado y tratado en estadios tempranos, puede ser totalmente curado; por lo que es importante su pesquisa y diagnóstico precoz. En aquellos casos donde su presentación es más avanzada, es posible lograr frenar la enfermedad con una óptima calidad de vida.
En la actualidad disponemos de múltiples opciones de tratamiento. Entre ellos se encuentran la cirugía (convencional, laparoscópica y robótica), la radioterapia en sus diferentes modalidades (3D, IGRT, IMRT, SBRT), braquiterapia, HIFU (High-Intensity Focused Ultrasound) y los distintos tipos de bloqueo hormonal.
Su presentación es en la gran mayoría de los casos asintomática y surge desde la sospecha del urólogo durante el control periódico.
El control prostático comprende una evaluación por su urólogo que debe realizarse a todos los hombres al menos una vez por año a partir de los 45 años o a partir de los 40 años en pacientes que presenten algún factor de riesgo (antecedentes familiares directos de cáncer de próstata o pacientes de raza negra).
La misma consta de un minucioso interrogatorio, examen físico donde se debe incluir el tacto rectal y la evaluación mediante parámetros de laboratorio (Antígeno Prostático Específico o PSA), y métodos de diagnóstico por imágenes (Ecografía de la vía urinaria, Resonancia Magnética Multiparamétrica, etc).
Cáncer de vejiga y vías urinarias:
El cáncer de vejiga es un tumor maligno que surge en las células que recubren el interior del órgano y están en permanente contacto con la orina. Se encuentra fuertemente asociado al hábito tabáquico, así como también a la exposición de otros agentes tóxicos que se eliminan por vía urinaria, como por ejemplo el arsénico en el agua en el norte de Chile, donde se registran las tasas más altas de esta patología en el país.
Su forma de presentación más frecuente es mediante la aparición de sangre en la orina, sin dolor o ardor miccional. El diagnóstico se lleva a cabo principalmente mediante la uretrocistoscopia.
Su tratamiento depende la invasión tumoral en la pared de la vejiga. Aquellos tumores superficiales pueden resolverse con cirugía endoscópica requiriendo en algunos casos la aplicación de quimio o inmunoterapia endovesical de sostén. Cuando el cáncer penetra en mayor profundidad, la enfermedad es más agresiva, así como también su tratamiento. La remoción completa de la vejiga y la quimioterapia sistémica son opciones dentro de este grupo.
El cáncer de la vía urinaria alta (uréteres y sistema colector intrarrenal) es etiológicamente similar al de vejiga. Su diagnóstico se realiza por vía endoscópica y/o mediante la realización de estudios de imágenes. La cirugía y quimioterapia sistémica se encuentran dentro de las opciones terapéuticas.
El cáncer de uretra (tubo por el cual se elimina la orina desde la vejiga hacia el exterior) es muy poco frecuente y su diagnóstico se realiza principalmente por vía endoscópica. El tratamiento es quirúrgico pudiéndose asociar a quimioterapia sistémica.
Cáncer de testículo:
El cáncer de testículo es poco frecuente y ocurre en hombres jóvenes de entre 15 y 45 años; en contraste con su alta malignidad, su supervivencia, en cambio, es muy alta y el pronóstico también muy bueno. Los principales factores de riesgo son la presencia de un testículo no descendido (criptorquidea), anormalidades en el desarrollo testicular y antecedentes de cáncer testicular familiar.
Hay ciertas afecciones no cancerosas, tales como las lesiones o inflamación testicular, que pueden causar síntomas muy similares a los del cáncer testicular. Algunos pacientes con cáncer testicular no presentan síntomas y su cáncer se detecta durante pruebas médicas para otras enfermedades; si usted presenta cualquiera de los siguientes signos o síntomas, consulte con su médico inmediatamente:
Masa o hinchazón en el testículo.
Irritación o crecimiento de los senos.
Pérdida de deseo sexual.
Pubertad temprana en los varones.
Síntomas del cáncer de testículo avanzado:
Dolor en la espalda baja provocado por la propagación del cáncer a los ganglios linfático.
Dificultad para respirar, dolor en el pecho o tos (incluso toser sangre) se puede presentar a causa de la propagación del cáncer a los pulmones.
Dolores de cabeza o confusión, debido a la propagación del cáncer al cerebro.
Es importante para el diagnóstico el autoexamen testicular, así como algunas pruebas diagnósticas y de extensión del cáncer testicular que serán solicitadas por su urólogo de ser necesario posterior a la realización de un detallado examen físico, algunas de estas pruebas son:
Ecografía testicular.
Marcadores tumorales AFP, BHCG y LDH.
Tomografía computarizada de abdomen y pelvis la cual útil para valorar la zona retroperitoneal así, como sus vasos cuando hay que practicar una linfadenectomía retroperitoneal.
Radiografía de tórax: si es anormal o también lo es el TAC abdominal, hay que hacer también un TAC torácico.
El tratamiento quirúrgico consiste en la extirpación del testículo afectado junto con su cordón espermático. El estudio anatomopatológico de la pieza es fundamental para determinar la necesidad de radioterapia o quimioterapia sistémica adyuvante o bien programar la periodicidad de los controles posteriores.
Cáncer de pene:
El cáncer de pene es poco frecuente y se encuentra relacionado a la falta de higiene genital y a la aparición de lesiones producidas por el virus del papiloma humano (HPV) entre otras.
La aparición de verrugas, manchas o bultos en el cuerpo del pene deben ser examinadas por el urólogo para arribar a un diagnóstico. El tratamiento es principalmente quirúrgico complementándose con radioterapia y/o quimioterapia sistémica.
Las lesiones producidas por HPV se transmiten en su mayoría por contacto directo sexual. El tipo de presentación habitual es en forma de verruga siendo está la etapa de mayor contagio. Su aparición lleva directamente a su tratamiento, el cual consiste en la exéresis, ácido tricloroacético, podofilina o la aplicación de cremas inmunomoduladoras. Existen actualmente vacunas contra este virus que ya forman parte de nuestro calendario de vacunación a los 11 años. Su aplicación en personas mayores o que ya han tenido contacto sexual podría ya no tener efecto.